La jornada del 4 de noviembre está destinada a la lucha contra el bullying. Te contamos qué es y qué puedes hacer tú.
El 4 de noviembre del 2021 se celebra el Día Internacional contra la Violencia y el Acoso Escolar, una fecha dedicada a la lucha contra el bullying. Este día, escuelas, institutos y diferentes organizaciones realizan diversas actividades para concienciar a los estudiantes, madres, padres, tutores y profesorado sobre este tipo de problemática tan frecuente en las aulas, y para saber cómo afrontarlo.
Esta jornada de reciente creación tiene origen en 2019. El 22 de noviembre de ese año, la Conferencia General de la UNESCO decidió declarar esta fecha clave para luchar contra el acoso en las aulas, incluyendo el ciberacoso. En 2022, tendrá como tema ‘Luchar contra el ciberacoso y otras formas de violencia en línea que involucran a niños, niñas y jóvenes’.
¿Qué es el bullying?
El bullying -o acoso escolar- compone las situaciones o escenarios en los que uno o varios niños o adolescentes tienen conductas negativas respecto a otro, según explican desde la Fundación ANAR. Entre estos comportamientos se pueden dar los insultos, las amenazas, la intimidación, difundir rumores dañinos sobre otros compañeros, ignorarlos, robarles cosas y las agresiones físicas.
Si estas actuaciones no son puntuales, sino que se repiten de manera frecuente, estamos ante un caso de acoso escolar. Además, no solo se considera bullying cuando se produce en las aulas, también lo es si sucede en el recreo, los pasillos, los baños o incluso fuera del centro educativo; de camino a casa o en zonas de ocio donde coincidan los jóvenes.
Este tipo de actuaciones también se clasifican como casos de acoso si suceden a través de medios telemáticos. Por ejemplo, en situaciones del denominado ciberacoso o ciberbullying. Este tipo de comportamiento perjudicial entre niños y adolescentes se da, especialmente, en servicios de mensajería conocidos, como WhatsApp, y redes sociales.
¿Qué puedo hacer yo?
Aunque todos podemos hacer algo, en el bullying existen varios perfiles de personas implicadas, según explica la Fundación Anar: el chico o chica que lo sufre, el agresor y los espectadores. Todos ellos pueden hacer algo para frenar esta situación, además de otras personas cercanas al entorno; entre ellas, padres, profesores, entrenadores, responsables del comedor, animadores sociales, todos pueden y deben actuar.
En el caso de la víctima de acoso escolar, lo principal es que sienta la confianza suficiente para poder contarlo o pedir ayuda, o que terceras personas sean conscientes de esta situación de bullying y lo denuncien. Por otro lado, el agresor debe aprender a ponerse en el lugar de la víctima para no hacer lo que no le gustaría que le hiciesen a él. Finalmente, los espectadores son una parte fundamental, pues tienen el deber de contárselo a sus padres, a los profesores o a la dirección del centro para ayudar a sus compañeros.
Además, los padres y otros adultos que estén con ellos deben intentar detectar cambios de actitud y de conducta en niños y adolescentes del entorno cercano. En el caso de que estos sufran bullying, existen signos que nos pueden ayudar a detectar estos casos. Por ejemplo, las víctimas pueden volverse más introvertidas, menos participativas o bajar su rendimiento escolar.
Pero no solo se debe prestar atención a los niños que pueden estar sufriendo bullying. También, como se ha indicado anteriormente, se debe intentar detectar quiénes son los agresores: si se meten en peleas o las provocan, o si tienen otro tipo de conductas negativas. Asimismo, si son o han sido espectadores de algún caso de acoso escolar y proporcionar espacios seguros donde contarlo.
Digamos STOP BULLYNG
Fuente: 6 La Sexta